… O Por qué el tiempo es un espacio

Puestos a contar las cosas del revés empecemos por el final: RECONOCER que la vida, como en un espejo, también tiene sus simetrías.

Este escrito comenzaba con tres cartas; tres cartas y, al final de todas ellas, un silencio. Pero antes del final, mucho antes, hubo algo más, tal vez una historia.

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I.

Hoy

Ha lavado las paredes y ha tapado las manchas de animales inexpresivos. Ahora sólo queda su rostro. Luego, se ha tumbado en la cama deshecha: oye los truenos. Una luz ilumina la habitación pero quizás sólo fueran niños. Sus gritos tienen un fulgor amargo.

El timbre ha empezado a sonar y piensa en la casa que han dejado. La casa está en ruinas.

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5/1/09 4.43h

Hace un rato yo también he terminado de ver el documental sobre Chernóbil; lo han pasado hoy en Cuatro y me he enganchado. Luego he vuelto a mi cuarto. Sigo ordenando carpetas, y he dado con algo de lo que, creo, te he hablado alguna vez, pero que no tenía muy localizado entre mis cosas. He encontrado una presentación de la escuela sobre una exposición que nunca llegó a proyectarse allí: una pena ahora que vuelvo a verla. Al abrirla he encontrado un poema:

A nadie importa la opresión sino el precio al que pagan
la hora.
La tierra, si no la renta.
El mar, mientras puedan bañarse.
Los animales, mientras puedan comerse.
Los pobres, mientras queden lejos…

A nadie importa una mierda el río
mientras les engañen diciéndoles que de puta madre.
Las pilas, mientras no estén gastadas.
Las ratas, mientras no aniden en sus casas.
Las causas de una huelga, sino el retraso del autobús.
La reforma laboral, sino el próximo concierto.
La capa de ozono, sino la velocidad de su coche.
La política, sino la pasta que se puede sacar en ella.
La tolerancia, sino si el vecino está limpio…

Como si los pantalones no fueran los nuestros,
a nadie le importa que sigamos
meando contra el viento,
mientras aguante la tela.*

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Después no he podido evitar seguir leyendo todo, y he recordado la música que lo acompañaba (la que te pasé y, por otra parte, espero no hayas escuchado todavía). Leer los textos y escuchar la música que lo acompaña resulta algo siniestro mágico: te atrapa del mismo modo que te atrapa Alexandra & Ainsworth Estate o los Robin Hood Gardens.

He leído sobre la Guerra, sobre las máquinas, sobre las fábricas y sobre los hombres; he recordado también por qué en mi cabeza están ligados el Comunismo Soviético y el Futurismo Italiano; que no hace mucho compré estos dos libros casi a la vez y, nada, te lo envío todo por si tú también te animas; quizás puede ayudarte con tu investigación formal sobre los edificios, los personajes y las máquinas, y quién sabe, lo mismo te inspira… Yo cada día tengo más claro que en mi fin de carrera quiero abordar lo industrial, aún no sé cómo empezarlo, ni dónde, ni qué exactamente, pero quién sabe, quizás esta noche sea el principio.

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* Autor del poema: Antonio Orihuela